@kissmeorfuckyou
La Época de Oro del Cine Mexicano aportó al mundo
cinematográfico varias y notables figuras femeninas. Mucho se les ha reprochado
a estas mujeres, ya por sus actuaciones, ya por sus actitudes, pero lo cierto
es que la existencia de una mujer fatal no depende de ella misma, sino de que
alguien la imagine, así como sus características están ligadas a lo que se
espera de ella. Las mujeres fatales del cine mexicano, además de ser tardías,
corresponden no sólo al imaginario misógino de quien las creó, sino también a
la manifestación de necesidad de poder y fuerza femenina que representaban.
María
Dolores Asúnsolo y López Negrete de Martínez del Río fue una actriz de cine de
los años veinte y treinta, estrella de Hollywood y representante mundial de la
belleza mexicana, principal inspiración de Emilio Fernández y activa
participante de la transición del cine mudo al cine sonoro. Estuvo relacionada
con grandes figuras de la escena cultural de la época, como Orson Wells, Adolfo
Best Maugard, Diego Rivera, y grandes poetas que la retrataron en sus letras,
como Salvador Novo, Jaime Torres Bodet y Carlos Pellicer.
Fue
considerada una de las bellezas representativas del canon de los años treinta,
comparada con las grandes figuras americanas, y a su alrededor se creó una
leyenda acerca de los cuidados que le procuraba a su físico. En Hollywood filmó
más de treinta películas, entre ellas Ave
del paraíso de 1932 y Madame Du Barry
en 1934, y en México participó en más de diez películas, de las cuales
destacan Flor Silvestre (1943), Bugambilia (1944) y Doña Perfecta (1950). Fue un ejemplo de éxito y de belleza, y
bien vale la pena volver a ver sus películas.
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