Por Eduardo Tavares
En los últimos tiempos hemos visto el constante uso de la tecnología en las obras cinematográficas. Un ejemplo de ello es la más reciente obra de Zack Snyder “El hombre de acero”, en la que si bien la comparamos con la primera película de este superhéroe (1978) podremos darnos cuenta de la evolución de los efectos visuales y el equipo con que se filmara; y es que desde el nacimiento del séptimo arte (1895) hasta nuestro días la tecnología ha evolucionado a pasos agigantados, y ha pasado de ser una herramienta a una necesidad, lo cual ha provocado que los espectadores se interesen más por una película con efectos visualmente impactantes, explosiones, entornos impactantes, y demás; dejando de lado las producciones que tratan de mantener el sello de “Arte”.
En la parte del cine animado las industrias están en constante crecimiento tecnológico, es por eso que sus producciones se asemejan cada vez más a la realidad a tal punto que ya no es necesario el talento de actores, sino sólo sus voces para dar vida a los personajes.
Constantemente me pasa por la mente una pregunta que da miedo. En el futuro ¿Serán necesarios actores? O una pregunta aún más estremecedora, ¿Seguiremos conociendo el cine como un arte?, Así como está avanzando todo, podría ser que en un futuro ya no sean necesarios los actores ni para prestar su voz y tal vez el cine pasará a ser una forma más de entretenimiento; esto con base a que nuestras nuevas generaciones, las generaciones que algún día harán cine, están creciendo en tiempos en los que se hace uso y hasta abuso de la tecnología , pero tal vez me equivoque y espero estar equivocándome, porque entonces las “buenas películas” , el que se ha enfocado a contarnos historias conmovedoras que cuentan con una estructura dramática más complicada y que exigen un conocimiento previo para poder entender su trama, desaparecerían, y pasaría a ser una etapa más en la historia, la etapa en que se hacía arte.
Las respuestas tal vez las sepamos en un futuro cuando la tecnología haya alcanzado limites inimaginables, cuando la tecnología facilite aún más la vida, cuando los que hagan cine sean aquellos que nacieron en nuestros tiempos.
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